lunes, 16 de septiembre de 2013

LA ÉTICA AMBIENTAL: VALORES EN EL MUNDO NATURAL Y DEBERES PARA CON ÉL

LA ÉTICA AMBIENTAL: VALORES EN EL MUNDO NATURAL Y DEBERES PARA CON ÉL

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Rolston III, H. “Enviromental Ethics: Values in and Duties to the Natural World”, 1991.
transcrito por Guillermo Rizo Ornelas
La ética ambiental presiona a la ética clásica llevándola hasta un punto de quiebre. Toda ética busca el respeto adecuado para la vida. Pero no necesitamos simplemente una ética humanista aplicada al medio ambiente, tal como se necesita para los negocios, el derecho, la medicina, la tecnología, el desarrollo internacional o el desarme nuclear. El respeto a la vida exige una ética que se preocupe del bienestar humano, una ética como las demás, pero que se aplique ahora al medio ambiente. No obstante, la ética ambiental en un sentido más profundo se encuentra en una frontera: es tan radicalmente teórica como aplicada. Es la única que se pregunta si puede haber deberes con respecto a objetos no humanos.
Ni la teoría ni la práctica en ningún otro campo necesitan valores que estén más allá de los sujetos humanos; sin embargo, la ética ambiental tiene que ser más objetiva desde una perspectiva biológica, es decir, tiene que ser no antropocentrista. Tiene que desafiar la separación entre la ciencia y la ética al tratar de reformar una ciencia para la que la naturaleza carece de valor y una ética que da por sentado que sólo los humanos cuentan moralmente. La ética ambiental procura escapar del relativismo ético y descubrir un camino que nos lleve más allá de cualquier ética basada en una sola cultura. Por mucho que las visiones que tenemos del mundo, incluyendo la ética, se inserten en nuestra herencia cultural, y con ello estén cargadas de teoría y de valores, todos sabemos que existe un mundo natural aparte de las culturas humanas. Los seres humanos interactúan con la naturaleza. La ética ambiental es la única ética que va más allá de la cultura. Tiene que evaluar la naturaleza, tanto la naturaleza silvestre como la que está mezclada con la cultura, y sobre esa base juzgar que deberes tenemos. Una vez que aceptas la ética ambiental, no puedes seguir siendo el humanista que alguna vez fuiste.
La ética ambiental exige el riesgo. Explora un terreno poco conocido, donde es fácil perderse. Uno tiene que aventurar el tipo de intuiciones que a primera vista parecen descabelladas. Algunas personas se acercan a la ética ambiental con una sonrisa -esperando la liberación del pollo y los derechos de las rocas o con alguna preocupación equivocada por las ardillas rayadas y las flores silvestres-. En otras áreas, piensan esas personas, los filósofos de la ética se preocupan por cuestiones serias: la ética médica, la ética empresarial, la justicia en los asuntos públicos, las cuestiones sobre la vida y la muerte y las concernientes a la guerra y la paz. Sin embargo, los problemas aquí no son menos graves: la degradación del medio ambiente plantea una amenaza tan grande a la vida como la guerra nuclear, y es mas probable que ocurra una tragedia ecológica.

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