lunes, 19 de diciembre de 2011

Revolución china llegó a la región disfrazada de comercio

Revolución china llegó a la región disfrazada de comercio

Pekín asegura en América Latina recursos para sostener crecimiento

Subcontinente se beneficia con demanda y contrata infraestructura

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FABIOLA ZERPA El Nacional/GDA@nacion.com 12:00 A.M. 18/12/2011
Caracas. Pekín asegura las materias primas, la energía y los alimentos necesarios para mantener su índice de crecimiento. La región se beneficia de la alta demanda china, que empuja al alza los precios de sus productos, recibe financiamiento y contrata obras de infraestructura.
IMAGENES/FOTOS
La presencia de inversiones chinas para adquirir tierras en América Latina pretende consolidar la seguridad alimentaria de sus habitantes. Una mujer compraba el miércoles vegetales frescos en una calle de Shanghái.
De América Latina a China, vuelan materias primas, energía y alimentos. Del país asiático, llegan productos tecnológicos, bienes terminados, textiles y proyectos de cooperación.
En la década pasada, las exportaciones del subcontinente al gigante económico aumentaron 12 veces, mientras las importaciones han crecido ocho veces, según el Sistema Económico Latinoamericano (SELA). El intercambio supera el comercio que tenían muchos países del área con socios tradicionales como Estados Unidos o vecinos propios.
El proceso es visto por observadores económicos como una relación semejante a la que tuvo Japón con las naciones cercanas entre los años sesentas y noventas.
Tokio impulsó el crecimiento económico de sus vecinos (que incrementaron su ingreso per cápita de 15% a 70% en relación con Estados Unidos) a través de su desarrollo tecnológico.
“China se ha convertido en un socio estratégico para América Latina y el Caribe, hay muchas oportunidades para acuerdos de exportación e inversión en las áreas de minería, ingeniería, agricultura, infraestructura, ciencia y tecnología”, dijo Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
El país ya desplazó a Estados Unidos como socio principal de Brasil, igual que en Chile, en materia de importación. En Venezuela, también superó a Colombia y Brasil como aliado comercial. El caso de México es especial porque aunque es un mercado competidor del chino para productos de exportación a EE. UU. y Canadá, el comercio bilateral creció 2.000% entre 1990 y 2010. En otras naciones, el avance es evidente: en Uruguay aumentó 40% entre el 2010 y lo que va de año, y Ecuador le vende 54% de su petróleo a Pekín.
La importancia de China para la región se concentra en su alta de demanda de productos primarios. Para mantener su nivel de crecimiento –8% anual desde hace una décadas–, demanda alimentos, energía y materias primas. Y América Latina se las está proveyendo.
Como contraparte, los países latinoamericanos se han beneficiado de la demanda china porque ha elevado los precios de las materias primas que coloca en el mercado internacional. Analistas económicos, entre ellos el Banco Mundial, dicen que el ascendente intercambio produjo un efecto protector sobre la región, que la resguardó de efectos mayores durante la crisis financiera de Estados Unidos y Europa.
Alimento seguro. Argentina se ha convertido para China en una fuente de alimentos a largo plazo. Esta invirtiendo en tierras. Un ejemplo es el acuerdo marco entre dos provincias –Río Negro y Heilongjiang– y la empresa de alimentos Beida Yuang. El objetivo es alquilar a dueños privados hasta 200.000 hectáreas para asegurar maíz, trigo, soya y leche a los habitantes de Heilongjiang durante 20 años.
A cambio, Beida Yuang se comprometió a invertir $ 1.450 millones para irrigar esas tierras. No obstante, la iniciativa ha sido criticada por partidos políticos, organizaciones sociales, académicas y ambientales por razones ecológicas y de “soberanía alimentaria”.
Pekín también planea comprar tierras en Perú. La idea es participar en los proyectos de irrigación en Olmos (en el norte) y Majes (en el sur del país), que aumentarán en casi 80.000 hectáreas la frontera agrícola. Harry Chang, funcionario de Pro Inversión, afirmó que los chinos buscan asegurar su aprovisionamiento de alimentos. “Comprarán tierras no cultivadas y no afectarán a los productores locales”, afirmó.
A pesar del optimismo, el vicepresidente de la Convención Nacional del Agro Peruano (Conveagro), Jorge Prado, considera que esto debe ser evaluado minuciosamente porque significaría una suerte de coloniaje, que podría atentar contra la rentabilidad del sector y la biodiversidad peruana, su más importante carta de presentación.
En Uruguay, que es el único país latinoamericano que exporta ganado en pie para el mercado chino, y les vende carne, soya y productos lácteos, los asiáticos también han mostrado interés en la posibilidad de comprar tierras.
En Argentina, el tema agrícola con Pekín ha sido motivo de roces. Aunque se firmaron acuerdos de intercambio y algunos han funcionado relativamente bien, en los últimos años estalló un conflicto por las medidas proteccionistas chinas sobre los aceites de soya argentinos, uno de sus principales productos de exportación.
Chile también es un proveedor relevante de alimentos para el gigante asiático. El año pasado, el 81% de los trozos de trucha congeladas importados por China venían de la nación suramericana que, además, es líder en las importaciones chinas de cerezas frescas (75%), ciruelas frescas (74%), manzanas frescas (70%), fresas congeladas (58%), uvas frescas (51%) y vino a granel (35%).
Energía directa. Venezuela, Ecuador, Argentina y Brasil son los suministradores clave de petróleo. El caso más evidente es el del Gobierno venezolano, que intensificó el intercambio energético con el gigante asiático desde 2007, cuando suscribieron el Fondo de Cooperación China-Venezuela.
El instrumento se convirtió en la fuente de financiamiento de obras de infraestructura públicas a partir de un préstamo de $ 4.000 millones que fueron desembolsados por el Banco de Desarrollo de China (BDC) y cuya amortización se hizo atada al suministro de 100.000 barriles diarios de combustible por parte de PDVSA, Petróleos de Venezuela.
Este mecanismo –conocido informalmente como Fondo Chino– ha elevado los préstamos del BDC a Venezuela a casi US$ 40.000 millones, lo que implica el despacho de cerca de 430.000 barriles por día hacia China.
La nación del Lejano Oriente también se ha convertido en la principal financista de Ecuador, luego de la fuerte crisis del 2009, que produjo un descenso en los precios del crudo. Para recuperarse, el Gobierno de Quito firmó con Pekín un primer crédito de $ 1.000 millones ese mismo año.
En la actualidad, la deuda aproximada es de $6.700 millones, casi 12% del PIB, razón por la cual Ecuador envía a China 54% de su producción petrolera, una cifra que ronda los 9 millones de barriles mensuales. Del monto total del financiamiento entregado por el gigante asiático, $ 2.638 millones han sido destinados al levantamiento de seis centrales de generación hidroeléctrica, que sumadas alcanzarán una potencia de 2.188 megavatios en 2016.
La energía también es vital para la relación chino-argentina. En 2010 Cnooc International Ltd., división de la empresa petrolera china más importante (Cnooc), y la argentina Bridas Energy Holdings, acordaron tener una participación de 50% cada una en Bridas Corp., que lleva a cabo actividades de exploración y producción energética en Argentina, Bolivia y Chile, principalmente a través de su 40% en Pan American Energy LLC.
En las últimas semanas las relaciones entre Buenos Aires y Pekín fueron noticia por el colapso del que debió ser un negocio multimillonario –que ascendía a $7.000 millones– por la segunda mayor petrolera del país, Panamerican Energy, una sociedad inicial entre Bridas y Amoco.
En Brasil, los sectores de energía y minería representan 90% de las inversiones chinas. El negocio más importante en 2010 fue la adquisición de 40% de Repsol-Brasil por Sinopec, empresa estatal china de petróleo y gas, por un valor de $7.100 millones.
Datos de la Cámara de Comercio Brasil-China muestran que, en ese año, los chinos se convirtieron en los mayores inversionistas extranjeros en el país con la entrada de $30.000 millones.
El interés chino por petróleo también es un hecho en Costa Rica. Aunque las políticas ambientales de esta nación centroamericana han frenado cualquier posibilidad en ese campo, el Gobierno de China aprobó, a inicios de octubre de este año, continuar un proyecto conjunto con la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) para establecer una refinería en la costa caribeña del país.
Materia prima. No hay duda de que China se ha convertido en parte importante de los ingresos de Chile. Los envíos a ese país hoy son 9 veces más grandes que hace 7 años, y todo se debe al cobre: 35% del metal se va a China con exportaciones 11 veces más grandes que hace 7 años.
El metal rojo ha permitido incrementar las relaciones con China. Minmetals, una de las mineras más grande del mundo y principal compradora de cobre de China, firmó en mayo de 2005 un convenio con Codelco que implicó el pago adelantado de $550 millones a cambio de 50.000 toneladas anuales de cobre durante 15 años.
Perú también compite como exportador de materias primas a China: 97% del total de sus ventas son minerales, casi la totalidad del intercambio comercial, que para el cierre de este año se calcula rondará los $7.000 millones, según la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo. Pero Lima quiere un cambio.
En la V Cumbre Empresarial China-América Latina, realizada en Lima los días 21 y 22 de noviembre, el presidente Ollanta Humala pidió a los empresarios de ese país diversificar las inversiones.
Esta invocación no fue gratuita. Datos de la Agencia de Promoción de la Inversión Privada, del stock de capitales del Estado asiático –que asciende a $736 millones– indican que cerca del 85% se concentra en la minería.
Venezuela también le provee minerales, principalmente hierro. Hasta setiembre pasado, según estadísticas oficiales, el país exportó $370 millones.
Obras en ascenso. Otro tópico de intercambio son los proyectos de infraestructura que realizan empresas chinas en la región. Citic Construction está armando 297 vagones ferroviarios por $500 millones para el sistema de transporte subterráneo de Buenos Aires, por orden del Gobierno. Además, China Railways se asoció con la firma Roggio para construir una red de Metro en Córdoba por un valor de $1.800 millones.
En Ecuador, la construcción de seis centrales hidroeléctricas es desarrollada por compañías chinas. Sólo en dos proyectos se efectuaron concursos para la contratación de las constructoras. En las cuatro restantes se invitó a empresas chinas a participar.
La mayoría de estos planes tiene un retraso de por lo menos dos años, porque dependen de la entrega de los créditos chinos que han demorado en ser negociados. El proyecto es ambicioso. De concretarse, la nación suramericana contará con 55% más de capacidad para generar energía con respecto a la que posee ahora.
Aunque la inversión directa de China en Costa Rica es de apenas 0,2% del total, el Gobierno del Estado centroamericano proyecta a su país como una base para la instalación de empresas del gigante asiático interesadas en América del Norte y el Caribe.
La ministra de Comercio Exterior, Anabel González, dijo que ese puede ser el centro de interés del país asiático, pues al producir bienes desde Costa Rica las empresas chinas podrían aprovechar las ventajas del libre comercio vigente con EE. UU., Canadá, México, Chile, Panamá, República Dominicana y algunas de la Comunidad de Estados del Caribe.
Un paso clave para darle sustento a estas proyecciones fue el lanzamiento oficial de las negociaciones para un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos países. Ese pacto está en vigencia desde el 1.° de agosto de este año y marcó un hito en las relaciones diplomáticas bilaterales, que fueron suscritas el 6 de junio del 2007, por el entonces presidente de la República, Óscar Arias.
El hecho implicó la ruptura del vínculo de Costa Rica con Taiwán, lo que causó sorpresa tanto a lo interno como en el ámbito internacional. China respondió al gesto. Como hace con la mayoría de sus nuevos socios en el mundo en desarrollo, donó a Costa Rica un estadio –construido en su totalidad por obreros chinos– para sustituir la vieja edificación del Estadio Nacional en San José.
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